El aloe vera es una planta muy rica en propiedades que puede ser un gran aliado en nuestra vida cotidiana. Y es que además de su uso tópico, también se puede consumir para sacarle provecho máximo. Conseguirla, además, es muy simple, y puede crecer en una maceta tanto como en un jardín.
Podríamos hacer una lista bastante larga con todas las aplicaciones terapéuticas que tiene, pero no nos alcanzaría el tiempo para aprenderlas todas. A continuación te nombramos algunas de las más importantes, y no es una lista tan corta:
- Contrarresta la acción de las bacterias en la piel
- Elimina infecciones de los poros en el acné juvenil
- Tratamiento efectivo para el cabello que aporta suavidad
- Reduce las arrugas del rostro
- Disuelve los depósitos de grasa que obstruyen los poros
- Destruye y elimina células muertas
- Regula el pH de las tres capas de la piel (epidermis, dermis e hipodermis)
- Protege y regenera los tejidos, gracias a sus acciones como humectante, de limpieza y bactericida
- Cicatriza heridas con sus nutrientes naturales
- Es recomendable para pieles sensibles o muy blancas, para quemaduras del sol, picaduras de insectos, irritaciones, erupciones o eccemas
Uso interno
En muchos casos, se consume la pulpa del aloe vera para conseguir sus beneficios. Puedes separar la pulpa de la corteza con una cuchara o pelándola con un cuchillo. Se corta en cubos o se puede triturar en la licuadora para añadirla a zumos de fruto o con miel, aunque también puede usarse en ensaladas e incluso mordiendo la planta recién pelada.
Su sabor desnudo puede no gustarte, así que recomendamos probar mezclándola con otros productos. Puedes conservarla hasta por dos semanas en el frigorífico.
Uso externo
Te puedes aplicar el aloe vera directamente en las zonas afectadas, cortando los bordes de la hoja para eliminar las espinas y luego de forma longitudinal, para aprovechar los nutrientes de su savia. Sus efectos son muy rápidos, y podrás curar o atenuar los síntomas en cuestión de minutos.
Puedes mantener el trozo de aloe vera junto a tu piel ayudándote con una venda o esparadrapo. Si no puedes dejar la corteza, también puedes hacer un “puré” con la pulpa luego de machacarla o molerla y aplicarla sobre la zona bien lavada.